Estaba
Prudencio el pato descansando en un matorral a la orilla del rio, de pronto
llego Cipriano su amigo quien le puso una resortera frente a él y le dijo:
-¡Mira
para que te defiendas!
-¿De
quien me tengo que defender? yo no tengo enemigos, el universo es mi amigo
-Pues
te lo dejo de tarea
Sin más
Cipriano se alejó diciendo ¡Cuac, Cuac!
En
ese momento llego el padre de Prudencio que pregunto: -¿Qué haces con esa arma?
¡Los patos pequeños no deben jugar con armas de ninguna clase, muy tonto es
aquel padre que permite que sus hijos jueguen con ellas! ¿Quién te la dio?
-Un
amigo
-¡Pues
quien te la dio no es tu amigo! ¡Por eso estamos como estamos! Los padres ya no
tienen conciencia, los hijos no difieren lo bueno de lo malo, nos matan a
diestra y siniestra, poniendo en riesgo nuestra especie. ¡Dámela! ¡Me desharé de
ella! En nuestra casa no debe haber armas, nosotros somos aves de paz, no vamos
a la guerra ni peleamos con nadie.
Prudencio
le entrego a su padre la resortera y pensó: -Que mal amigo Cipriano, por su
culpa me he llevado una buena reprimenda, además yo le creo a mi padre, el sí
que me quiere, me cuida y es muy sabio.
Enseguida
caminó hacia el rio, comenzó a nadar diciendo ¡Cuac, Cuac, Cuac!