Calixta

Una mañana el buen abuelo Jesús decidió sembrar semillas de calabaza, deseaba ser quien las sembrara y cosechara. Pasaron quince días después de los cuales fue a revisar que ya hubieran nacido, con tristeza vio que no había salido ni una plantita, decidido tomo un talache y volteo la tierra, la reviso detenidamente y cuando estaba a punto de cerciorarse que efectivamente no había ni una plantita de calabaza, alcanzo a ver unas pequeñas orejitas revueltas entre la tierra entonces se inclinó y las tomo entre sus manos y les dijo:

   -Mira nada más que cosita tan hermosa! Eres la única calabaza que nació, estas bellísima!.

Con mucho cariño la planto en una maceta, la rego con sumo cuidado y ahí la dejo para que creciera y diera frutos.

La pequeña calabacita se llamaba Calixta. Respiro tranquila después de la zozobra y el susto que llevo cuando Jesús la aventó entre la tierra. Ella en ese momento grito y grito pero como Jesús no entendía el dialogo de las calabazas dejo de gritar. Puesta ya en la nueva maceta Calixta se regodeó y fue creciendo lentamente hasta que dio unas flores grandotas y amarillas listas para las quesadillas. Con los días y los buenos cuidados de Jesús Calixta dio muchas calabazas que fueron llevadas a la cocina para preparar diferentes platillos. Jesús era visitado por sus nietos a los cuales les conto la historia de Calixta la hermosa calabaza.